Te invito a establecer una relación sana con la comida, cuidar y cultivar el amor propio y, sobre todo, a hablarte con amor.
Crecimos en una sociedad que alaba la cultura de la dieta y que nos ha dicho que algo está mal el cuerpo de las mujeres. Entonces recibimos mensajes que nos empujan a odiar cómo nos vemos, y nos sugieren que lo mejor que podemos hacer para -vernos- mejor es perder peso con dietas restrictivas, o transformar alguna parte de nuestro cuerpo.
Nos han vendido un estándar de belleza inalcanzable, muchas veces manipulado digitalmente y en el que existen problemáticas relacionadas con la alimentación y la gordofobia. Y todo ello hace que no nos sintamos bien con el cuerpo que habitamos.
Pensemos en todas esas chick flicks que amamos en dónde la protagonista siempre era delgada, el miedo a engordar era latente y la opinión sobre el cuerpo de las otras mujeres normalizado. En las publicidades, los comentarios en reuniones familiares, en el colegio… es un mensaje omnipresente que hace mucho daño.
Y es difícil ignorar estos mensajes, lo sé. El proceso de aceptarnos y amarnos es constante y no lineal. Y está bien, eso también nos hace humanas. Pero, ¿sabes algo? Puedes ir paso a paso, sin presionarte, y rodeándote de personas que te amen y te cuiden, que te levanten el ánimo y te recuerden lo diosa que eres cuando olvidas recordártelo.
Por último, quiero compartirte algo:
¡Tu cuerpo es más que válido! Es el medio que te permite existir, pensar y sentir. Que te permite moverte, bailar, correr, disfrutar de una rica comida o deleitarte con un aroma que ames.
Todas esas características que nos han dicho que son “defectos” -como las estrías, la celulitis, los granos, las manchas, las arrugas- te hacen única. Te hacen ser tú y no otra persona. Te hacen humana, porque los seres humanos somos imperfectos, y está bien.
Celebra tu existencia y recuerda, ¡eres perfectamente imperfecta y lo vales todo!